Lo que dice en el título del post de hoy es exactamente lo que hice: me cargué un niqui del padre para hacerle una camiseta a la niña.
En realidad, ya estaba condenado antes de que yo le metiera tijera, porque tenía el cuello hecho polvo.
En realidad, ya estaba condenado antes de que yo le metiera tijera, porque tenía el cuello hecho polvo.
El mismo número, dando el salto de una prenda a otra:
Aunque le dije al padre que el espíritu de su niqui seguiría vivo en la camiseta de la niña, fue incapaz de verlo con el agujero en la espalda. Que le daba cosa, decía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario