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9 de septiembre de 2015

El verano de Pica Pecosa: Museo de la Sidra de Asturias


El martes pasado fuimos a Nava a visitar el Museo de la Sidra de Asturias.

Decidimos convertirnos en turistas y ver qué podían contarnos de esa bebida que los asturianos conocemos prácticamente desde que nacemos y que forma parte de nuestra identidad.

Pensaba que poco podía aprender, sobre todo porque en #casadepadres toda la vida se mayó / hizo sidra para el consumo doméstico, pero tengo que reconocer que estaba equivocada. 

Mi consejo si vas al Museo de la Sidra de Asturias es que te unas a una  de las visitas guiadas, sobre todo si vas con niños, porque son muy amenas, interactivas y entretenidas y además tendrás la oportunidad de tocar la gaita y el tambor y probar tu puntería con el juego de la rana.

Y si además vas un martes la entrada es gratuita.

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El Museo de la Sidra de Asturias fue inaugurado en 1996 por el entonces S.A.R. el Príncipe de Asturias en la Villa de Nava, capital del concejo del mismo nombre.

Coincidió con el reconocimiento que recibió la comunidad vecinal de esta localidad, al otorgársele la distinción de Pueblo Ejemplar de Asturias de los Premios Príncipe de Asturias de ese mismo año.

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Que se encuentre en Nava no es una casualidad, ya que este concejo tiene una arraigada tradición sidrera, reflejada en sus numerosos lagares, en su famoso Festival de la Sidra y en la pertenencia a la Mancomunidad de la Comarca de la Sidra.

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El objetivo de este museo es dar a conocer y promocionar la bebida por excelencia asturiana, abarcando todo el proceso de elaboración, desde el cultivo de la manzana hasta el embotellado de la sidra, pasando por las fases de prensado y fermentado en pipas / toneles.

Nada más acceder al interior, en la recepción te lanzan el primer reto: ¿Te atreves a escanciar un culín de sidra? (sustituida por agua): 

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El esposo probó y escanció con mucho arte (no puedo ser objetiva) y la niña, práctica y fiel a su estilo, se las arregló de la forma más cómoda y lógica cuando lo haces las primeras veces:

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La visita está organizada siguiendo el ciclo de la sidra, que abarca de primavera a primavera o desde la polinización de las flores del manzano hasta su consumo final. A lo largo de la misma se van recorriendo los trabajos y los ingenios (algunos de más de 200 años de antigüedad) utilizados para obtener el zumo:

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El más original y sorprendente es uno que resume el proceso como si fuese una cadena de montaje. A los niños les dan una manzana, que tienen que introducir en el mismo con una palanca, y a partir de ahí se ve cómo se lava, trocea, prensa, se extrae el zumo, se embotella y finalmente se corcha:

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El recorrido por el museo, además de mostrar los útiles y el proceso de elaboración de la sidra, también te lleva por reproducciones de los escenarios más representativos y típicos donde se ha consumido tradicionalmente, como son los llagares, los chigres / bares y las romerías / verbenas:
 
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¿Sabías que en Asturias a los bares se les llama chigres debido a este artilugio que sirve para descorchar las botellas de sidra? ¿Y que su inventor se inspiró en un mecanismo que llevan los buques cargueros del mismo nombre para crearlo?

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Una de las razones para hacer la visita con una de las simpáticas guías, además de lo que aprendes, es que tienes la posibilidad de tocar la gaita (electrónica) y el tambor, como se hacía en las romerías / verbenas antiguamente. 

En nuestro grupo lo hicieron todos los niños y algún adulto valiente que venció la timidez. Yo me escondí detrás de la cámara y el esposo se hizo el loco, pero se ve que quedó con las ganas porque intentó hacerlo después de acabar la visita, pero tendrá que esperar a la próxima porque sólo puede ser bajo la supervisión de la guía:

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Lo que sí hicimos todos del grupo, grandes y pequeños, fue probar suerte y medir nuestra puntería con el juego de la rana:

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La mecánica es muy simple, pero precisamente por eso es tan entretenido. Se juega lanzando desde varios pasos de distancia unos tejos / discos de metal con el objetivo de introducirlos por la boca del animalillo. Si logras esta proeza tienes la máxima puntuación, aunque para no desesperarse hay otros agujeros donde también puedes probar a ganar puntos.

La mayoría de aciertos se los llevaron los pequeños. Yo de las tres tiradas ni una se acercó a un agujero, y el esposo aunque tampoco llevó puntos, lo hizo con más estilo.

La visita finaliza con el recorrido por una serie de paneles informativos sobre la producción de sidra en Europa y en el resto del mundo, y una exposición con muestras de dichas sidras:
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¿Mi opinión sobre la experiencia? Muy buena, tanto como para querer repetirla. Me gustó la forma en que está organizado, explicándote los procesos a la vez que te enseñan los ingenios y su evolución a lo largo del tiempo, y las visitas guiadas son un plus, sobre todo por lo entretenidas que las hacen y por las cosas que te enteras.

En nuestro grupo había visitantes de fuera de Asturias y nos moríamos de risa cuando contaban que habían ido a beber un culete (uno solo) y se sorprendían porque habían tenido que comprar una botella entera. A nosotros nos da la risa, pero para alguien de fuera beber sidra es como beber vino, que puedes hacerlo por copas, y asimilan que un culete es la misma proporción. 
 
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La valoración de la niña es igual de buena, sobre todo por la experiencia de tocar la gaita y el tambor, y por el juego de la rana (que alguno preguntaba cuál era el premio). Entre este y el Museo de la Minería de Asturias (aquí), ella se queda con el de la sidra.

¿Qué te ha parecido la visita? ¿Ya conocías este museo? ¿Te animarás a pasarte por allí? ¡Hazme caso, no te defraudará!

¡Pasa una feliz semana!




4 comentarios:

  1. No esta nunca de más el refrescar los conocimientos de cultura autóctona :-)

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    1. Y también enseñarla a las nuevas generaciones ;-D

      Un beso,
      Sonia

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  2. Otra visita que tengo pendiente... iba a hacerla este verano, pero al final imposible... A ver cuando nos animamos.... saludines

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    1. Hazla Patry, no os va a decepcionar y ya verás qué tarde más entretenida pasáis.

      Un beso,
      Sonia

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