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29 de septiembre de 2014

Caja de fruta con banderines de tela sin coser


Al #esposo no le cae bien Pica Pecosa. No Pica Pecosa en general, sino cuando hace cosas de Pica Pecosa.

Cosas como recoger todo lo que se encuentra en la calle e ir cargada como una homeless chiflada tirando de una silla vieja o luchando con una plancha gigante de porexpan, o tomar prestada alguna de sus (del #esposo, se entiende) herramientas y no devolverlas a su sitio o meter en el trastero la enésima caja abarrotada de cachivaches que hace que la puerta ni siquiera abra del todo. 

Ya he comentado que este hombre mío sufre porque no entiende mi afán reciclador, que acelera el paso cada vez que le pongo ojitos a un cubo de basura con algo picoseable y que me tira del brazo hasta la luxación si se me ocurre pararme delante de un montón de muebles de esos que dejan para la basura cuando vacían una casa o cambian una habitación. Eso cuando no hace como que no me conoce, coge a la niña de la mano y fingen que son una familia monoparental y normal y me dejan allí plantada. Con lo bien que me vendrían en ese momento un par de brazos extra.

Explico todo esto a modo de introducción porque hace un par de semanas me pidió algo que me asombró. No tanto por lo que pidió, sino porque se lo pidió a Pica Pecosa. El #esposo frente a su archienemiga, la reina del desorden y de las bacterias.

Quería hacer un regalo y necesitaba un envoltorio original, acorde con el contenido. Había pensado en una de mis cajas de zapatos forradas con papel de regalo (aquí) pero cambió de idea cuando le enseñé cómo podría quedar en una caja de fruta de madera. Hasta él mismo se dio cuenta de que no había color.

Me guardé muy mucho de frotarle contra la nariz que gracias a mi afán recopilador tenía justamente lo que necesitaba (y lo necesitaba urgentemente) simplemente a un par de manos de pintura de distancia.

La base es una caja de fruta de madera pintada de blanco. Para darle un poco de gracia hice un par de banderines con tela y los pegué a los laterales:

caja-fruta-reciclada-banderines-tela-chalk-paint

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Con tan poca cosa la caja quedó muy salada y lo más importante, gracias a eso Pica Pecosa consiguió un valioso alto el fuego que incluyó dos acarretamientos.

Ahora el enfrentamiento ha vuelto a recrudecerse, pero ella sabe que detrás de esa dura mirada palpita un corazón crafter.

¡Feliz lunes y feliz inicio de semana!




2 comentarios:

  1. Te ha quedado chulísima. Y sí, al final todos caen rendidos ante la evidencia, tener en casa una recicladora compulsiva tiene sus ventajas.

    Un besazo.

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    1. ¡Tú sí que me entiendes Yolanda! ¡Las diogeneras compulsivas somos legión!

      Un besazo

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