Hoy os traigo unas fresas de fieltro que hice ayer. Son muy sencillas y parece que no llevan trabajo, pero no os dejéis engañar por su pacífica apariencia que a mí me llevó toda la mañana entre hacer patrones para probar tamaños y buscar con qué hacer los rabos.
El cordón fosforito fue fácil, pero el oscuro llevó lo suyo. Y aunque el esposo se ponga malo cada vez que descubre un escondite diogenero mío, gracias a que guardé el cordón que sujetaba las tarjetas con los nombres de los regalos de Reyes de este año pude hacer ese rabito tan mono para las fresitas pequeñas.
Que hasta la niña con lo exigente que es con mis creaciones y lo poco que se prodiga en alabanzas me dijo que estaban tan cuquis.
El cordón fosforito fue fácil, pero el oscuro llevó lo suyo. Y aunque el esposo se ponga malo cada vez que descubre un escondite diogenero mío, gracias a que guardé el cordón que sujetaba las tarjetas con los nombres de los regalos de Reyes de este año pude hacer ese rabito tan mono para las fresitas pequeñas.
Que hasta la niña con lo exigente que es con mis creaciones y lo poco que se prodiga en alabanzas me dijo que estaban tan cuquis.
Estas tazas tienen un montón de años.
Y este tazón ni os cuento, con deciros que ya lo utilizaba mi abuelo Rogelio cuando se quedaba en la cabaña del monte. ¿O lo llevaron mis padres el primer año de casados que pasaron allí? Una pila de años, en cualquier caso.
El tutorial que seguí es de While she naps (aquí). El brownie de chocolate sigue en fase de experimentación, está bueno (como cualquier cosa que lleve chocolate, no vamos a engañarnos) pero tengo que darle una vuelta o dos más para cogerle el punto, aunque digo yo que ya podría haberme dado por la parrillada de verduras con las fechas tan críticas en las que nos encontramos.
Pasad un feliz martes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario