Cómo personalizar una botella

Los que paráis por aquí habitualmente sabéis de mi debilidad por los jarrones y más concretamente por las botellas transformadas para tal fin. Los amigos suelen acordarse de mí cuando acaban una y me la guardan. Las que más me gustan son las que tienen formas raras como algunas de whisky o de licor.
Me acuerdo de las que había cuando yo era pequeña, esas sí que eran bonitas. Y también recuerdo que en las bodas en lugar de servir los licores en la copa los camareros dejaban unas cuantas botellas en la mesa para que cada uno se sirviese lo que le apeteciese. Y que muchas veces alguna invitada abría su bolso y con toda la tranquilidad metía una botella dentro. De anís del mono y de coñac. Digo yo que para cocinar. O no.   
 
 
  
La inspiración a veces no sé de dónde sale; otras, como esta, me vino hace unas semanas que pasé por Casa y ví unas parecidas. 

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